jueves, 1 de marzo de 2012

El mejor regalo de cumpleaños.

 No había paz ese día en la casa de los Weasley. Una pareja discutía acaloradamente y unos niños lloraban abrazados en la planta superior.

-¡No tienes motivo para decir eso, Hermione!- Ron Weasley le reprochaba a su esposa. Seguramente por alguna tontería.
-¡Claro que lo tengo Ronald Weasley! No es justo que seas así, ¡compréndeme!- Ella, con la cara roja de rabia, tenía los puños apretados por impotencia.
-¡No tienes motivo para decir que no paso el suficiente tiempo contigo!- Él se puso en pie de golpe y ella lo siguió.
-¡Cómo que no! Parece que pasas más tiempo en el Ministerio que aquí...- Una lágrima se escapó por su mejilla.
-¡Me tienes cansado ya, Hermione! ¡OJALÁ NUNCA TE HUBIERA CONOCIDO! ¡Eres siempre igual...! Como pude pensar que...- Él frunció los labios y negó con la cabeza.

 En ese momento, a Hermione se le vino el mundo encima, ¿cómo era capaz su marido, su amor de toda la vida, su Ron a decirle eso? ¿Era verdad y estaba cansado ya de ella? o ¿directamente no la había querido nunca? Le temblaron las rodillas y calló al suelo. Ahora lloraba desconsoladamente. Ron la miró lleno de rabia y salió dando un portazo.

Hermione estuvo llorando todo el día, tumbada en el sofá y abrazada a sus rodillas. Ron no había aparecido aún desde que se fue por la mañana. Que recordara, nunca habían tenido una disputa tan fuerte como aquella. Otras veces, cuando habían discutido, ella llamaba a su cuñada y mejor amiga, Ginny, y ella le aconsejaba cosas que siempre funcionaban... esa vez no lo hizo. Ni siquiera tenía ánimos. Hermione se quedó dormida, seguramente del cansancio de esperar a Ron.
Fuera comenzó a llover y la puerta de entrada se abrió. Alguien se acercó a Hermione y le acarició el rostro, a continuación posó un beso sobre su mejilla y una lágrima corrió por el rostro del recién llegado. Hermione abrió los ojos y se encontró con su amado pelirrojo. Comenzó a llorar desconsoladamente y Ron, antes de que dijera nada, la abrazó. Ella apoyó la cabeza sobre su pecho y él comenzó a hablar:

-Perdóname Hermione... nunca quise decir eso... me arrepentí justo en el momento en que lo dije... pero ya sabes que soy muy orgulloso... Perdóname mi amor.-Ron acariciaba su pelo suavemente y ella estaba más tranquila. Al ver que no le hacía caso, Ron suspiró, frunció un poco los labios y se levantó. Cuando llevaba ya unos pocos pasos, una voz lo detuvo.

-Ron, espera- Hermione se dirigió hacia él; se puso de puntillas y posó un suave beso en sus labios.- Feliz cumpleaños.
Ron estaba que no cabía de gozo; estuvo a punto de gritar allí mismo lo feliz que era en ese momento.
-¿Significa eso que me perdonas?-preguntó él.
-¿Cómo no voy a perdonarte?-ella lo miró con ternura.- Este es tu regalo de cumpleaños- sonrió y lo abrazó. Él la estrechó fuertemente, como si no quisiera soltarla nunca.
-Es el mejor regalo que me podías haber dado. Te quiero, Hermione.

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Feliz cumpleaños, Ron

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